En el entorno creativo, donde las ideas cambian de forma todo el tiempo y los resultados no siempre siguen el plan, el fracaso suele verse como un enemigo. Pero el creativo mexicano Carlos Prats García propone una mirada completamente distinta: para él, equivocarse no es un final, sino una señal que apunta hacia dónde avanzar. Su filosofía convierte cada tropiezo en una herramienta de aprendizaje y, sobre todo, en una oportunidad para crecer.
Fracasar no es caer: es recopilar información valiosa
Carlos Prats García explica que el fracaso funciona como un mapa que se va dibujando con cada error. A lo largo de su carrera —entre proyectos de fotografía, diseño y dirección creativa— ha aprendido que cada intento fallido revela datos claves sobre el proceso.
En lugar de ver el fracaso como una sentencia, él lo usa como un diagnóstico que ayuda a responder preguntas esenciales:
- ¿Qué parte sí funcionó?
- ¿Qué no comprendí del reto?
- ¿Qué habilidad me falta fortalecer?
- ¿En qué decisión me desvié de mi objetivo?
Su visión se aleja del perfeccionismo que paraliza. Para él, solo quien se mueve puede equivocarse, y solo quien se equivoca puede mejorar.
Cuando algo no sale bien, se redibuja el camino
Para Carlos, que un proyecto no llegue al resultado esperado no significa que haya que empezar de cero ni abandonar la idea. Significa replantear la ruta.
Su postura es clara: la creatividad es un territorio lleno de desvíos, y pretender llegar siempre por el camino perfecto es irreal. Lo importante es usar cada desvío como parte del recorrido.
En sus reflexiones y contenidos motivacionales suele repetir una idea que resume su enfoque: nada se desperdicia.
Ni un diseño rechazado, ni una propuesta incompleta, ni un día sin inspiración. Todo puede convertirse en un insumo para mejorar si se mira con curiosidad y no con juicio.
Aceptar la imperfección como parte del proceso
Uno de los puntos centrales de la filosofía de Carlos Prats García es acabar con la idea de que debemos acertar desde el primer intento. Él sostiene que el proceso creativo es, por naturaleza, una secuencia de ajustes constantes.
Aprender —dice— es entender que:
- El primer borrador será torpe.
- La primera foto rara vez será la mejor.
- El primer diseño estará lleno de dudas.
La diferencia entre avanzar o estancarse no está en la calidad inicial, sino en la disposición a iterar, corregir y seguir probando.
Resiliencia creativa: un músculo que se fortalece con los intentos
Para Carlos, la resiliencia es mucho más que aguantar: es adaptarse. Y esa capacidad es vital en cualquier disciplina creativa.
Él describe la creatividad como un músculo:
se desarrolla con práctica, se expande ante los desafíos y se afina con cada error que enfrentamos.
Ver el fracaso como una brújula es, en sí mismo, un entrenamiento de resiliencia. Es aprender a ubicarse incluso cuando el camino cambia o cuando el resultado inicial no coincide con lo imaginado.
Intentar es un acto de valentía
Al final, la enseñanza que más repite Carlos Prats García es simple pero poderosa: intentar ya es un logro en sí mismo.
Equivocarse puede doler, sí, pero no define a nadie. En cambio, la valentía de intentarlo transforma, impulsa y abre caminos. Su llamado a los creativos —y a cualquiera que persiga una meta— es dejar de medirse por los aciertos y empezar a reconocerse por su capacidad de avanzar, reajustar, aprender y seguir soñando.